El pasado sábado, los populares murcianos celebraban su XIV Congreso Regional en el hotel Nelva de Murcia. Aunque tenía cosas que hacer el fin de semana, reservé un par de horas en la mañana para acercarme al cónclave pepero y ver que se cocía. Me consta el gusto de la audiencia por los relatos y crónicas costumbristas y, sinceramente, quería ver por mi mismo algunas cosas que percibía desde hace tiempo.
Como se habrá percatado ya algún sagaz lector de los rotativos regionales, la cita esta vez no fue en el Auditorio Victor Villegas. La semana de Cajamurcia copando sus salas, y la intención de buscar algún sitio menos ostentoso parece ser que estuvo en el origen del cambio de ubicación, sinceramente a mí no me gustó demasiado.
Y no lo digo por la cafetería del Nelva, que puso a disposición de los jugos gástricos de compormisarios, invitados, prensa y demás rebaño, suculentos bocadillitos de un exquisito serrano, así valía el condenado, sino porque la acústica y la incómoda y gran sala, digna de alguna boda o bingo de la tercera edad, dejaba bastante que desear.
Como decía, llegué a media mañana, dejando el coche en el aparcamiento del Carrefour, es más, por algún momento dude de la ubicación exacta del evento, pues la gente se paseaba por el centro comercial con el colgajo de la doble p como si fuese un complemento del vestir. Ya se sabe que en estas cosas, salen algunos especímenes dignos de avistamiento.
Compromisarios de los cuatro rincones de la Región, brotaban de las inmediaciones del centro comercial y del cercano hotel, por lo que presumí que la calidad de las ponencias no sería muy elevada, o justo al contrario, y por eso la gente, a la hora del café tomo las de villadiego dejando a los impertérritos ponentes con sus legajos en el atril.
Yo y mi acompañante, acompañanta que diría la Ministra del Ramo, fuimos provistos en la entrada del kit indispensable:una credencial azulita clara, distintiva de nuestra condición de invitados, la prensa pululaba por las entradas a ver que pillaba. El solarium, que es como se llama en los hoteles de postin a la terraza donde da el sol, fue nuestro primer destino donde recibí mis primeras confidencias: parecía que Pedro Antonio Sánchez, el delfín in pectore ascendía en el escalafón, junto con la Directora del Instituto de la Mujer, ambos de la cantera de las mocedades del partido. El otrora conselleiro de Desarrollo Sostenible, con semblante serio, fue poco visto y no se sostuvo demasiado.
Los pelajes en estos sitios son de lo más variopinto, junto a la señora del extrarradio ataviada para la primera comunión del nieto, confluian los efébos del partido con las camisas de marca de rigor con la variente flequillo madrileño exportado a provincias, los cargos del gobierno con uniforme de fin de semana y los electos con la blaizier azul marino sin corbata, docker caquis mediante.
Tras el primer vistazo, entré en el plenario, por llamarlo de alguna manera. La vicepresidenta de la Asamblea Regional, farfullaba la ponencia social, o eso creo; nada que ver con la intervención de Alberto Garre, el diputado díscolo y coautor de la ponencia de reglamento que con sus habituales tonos azul mahón, su bigote y sus ademanes recordaba otras épocas, de punitivo recuerdo. En la antesala Martínez Pujalte pasaba el informe de situación por el móvil a un intelocutor, anónimo para mí.
Llegué a tiempo de saludar a algunos conocidos superficiales y me senté. Ramón Luis Valcárcel parecía que me esperaba, pues al momento subió al atril a defender su candidatura. Discurso habitual, ni de los mejores ni de los peores en su línea, enseguida los 22 nombres: el alcalde de Puerto Lumbreras, Joaquín Bascuñana (al que elogió efusivamente), Ruiz Vivo y sus gafas sicodélicas, Domingo Aranda, Gómez Fayrén, el rector pregonero y algunos más formarían la futura cuadrilla del gran jefe.
Receso para votar y ver a algunos ex altos cargos, depuestos por la remodelación, maquinando como en sus mejores tiempos, como si se negasen a soltar el poder, inconscientes de que su certificado de defunción estaba ya firmado. Jorge Moragas, Ana Mato y alguno más presagiaban la llegada del presunto lider. Y sí, Marianin llegó, flanqueado de Valcárcel y Miguel Ángel Cámara, aplausos del respetable los justitos, ocupan sus asientos y continúa el asunto.
Paco Jodar, presidente del Congreso anuncia el resultado, reelegido Ramón Luis por cuatropecientos votos a favor, el principe Pedro Alberto, el liberal de centro izquierda aplaude al tito, Martínez Abarca pulula por una esquina. Valcárcel sube de nuevo al atril y habla de energias renovadas e ilusión, sólo él sabe que ha pasado para que se frene su retirada.
Tras ello, el presunto lider nacional se dirige al lugar del orador. Mariano me tienes triste, muy triste con Cospedal, le suelta un compromisario desde el fondo. El registrador, que lo escucha perfectamente, le ofrece uno de sus rictus faciales y mofletudos por respuesta y empieza a soltar las frases que le han escrito. La seguridad, seudodiscretamente se ha acercado al compromisario díscolo sin mayores consecuencias, algunas personas abandonan la sala antes de que Rajoy empiece con su sainete, lo de coñazo es la muletilla fácil en ese momento. Vagas referencias al agua y al PHN, sin embargo la gente lo escucha sin el convencimiento de otras ocasiones los mandarines de Génova y de aquí lo perciben, pero los segundos juegan en casa y saben que el colchón de votos, al menos mientras Valcárcel esté, es impresionante.
El bocadillo de jamón, exquisito pero escueto, es ya un vago recuerdo en mi estómago, mi acompañante tiene hambre, y no está por la labor de escuchar a Marianin, nos despedimos de algunos amigos de verdad y encaminamos nuestros pasos hacia un restaurante cercano donde, sin el ajetreo popular, podamos cambiar impresiones del sarao sabatino.