Si preguntamos a cualquier murciano su opinión sobre el transporte público en la ciudad la respuesta será, muy previsiblemente, negativa. Muchas encuestas determinan que los usuarios califican el servicios de autobuses como anticuado e imprevisible, lento y poco fiable, hasta sucio; estas son algunas de las perlas que dedican a la concesionaria mayoritaria del servicio de líneas urbanas e interurbanas en Murcia, LATBUS. La empresa LAT es fruto de la unión de varias pequeñas empresas que antaño realizaban servicios regulares y discrecionales en el municipio de Murcia, a las que sucesivamente se fueron uniendo algunas más de transporte por el litoral, hasta llegar a conventirse en una importante empresa del Levante español, adjudicataria de la mayoria de las concesiones a nivel regional y totalmente a nivel municipal.
De un tiempo a esta parte los poderes públicos han reforzado esfuerzos a favor de la consecución de un transporte urbano de calidad, fruto de las recomendaciones del Libro Blanco del Transporte Público de la Unión Europea fue la resurrección del tranvía en múltiples ciudades del contienente, también en Murcia, y el creciente fervor por los circuitos para bicicletas y la nueva cultura de la movilidad.
Precisamente en estos dias en que se celebra la Semana Europea de Movilidad, Murcia está sufriendo una feroz huelga por parte de los trabajadores de LATBUS, cuyos mayores perjudicados son los usuarios. No entraré, por desconocimiento, en las causas más o menos fundadas que tiene los trabajadores para ejercer su derecho constitucional a la huelga, salvo cuando se confronta con otro derecho, el de los usuarios a disponer de un servicio público esencial como es el del transporte.
El transporte urbano, como servicio público concesional que es, debe estar sujeto a firmes controles por parte de la autoridad concedente, claramente explicitados en la concesión otorgada Por eso, los argumentos de las administraciones implicadas (Ayuntamiento y Comunidad Autónoma) calificando el conflicto de algo interno donde no se debe entrar me parece poco presentable. No hay que olvidar que las concesiones se nutren de importantes cantidades de dinero público que salen del bolsillo del contribuyente, el mismo que estos dias se las ve y se las desea para encontrar un autobús disponible en Murcia.
Por una parte, el alcalde de la capital hace tiempo que se desvinculó de la empresa concesionaria (de las líneas urbanas) abandonándose a las bonanzas de un tranvía que a dia de hoy es más testimonial que otra cosa. Las dificultades para sacar adelante el proyecto tranviario del primer edil radican en la falta de financiación para poder acometer la obra ante el desacuerdo con la otra administración competente, la Comunidad Autónoma, cuyo presidente ha declarado su deseo de tener un tranvia de gestión regional, algo que parece chocar con la idea del residente de la glorieta de aparecer a los ojos del ciudadano, votante en potencia, como el único precursor del novedoso sisterma de transporte.
Por otra parte, la Consejería competente en materia de transporte, salvo inconcretas alusiones a los estándares de calidad en los servicios (esta vez interurbanos) no ha sabido encauzar los deseos de varios alcaldes de ver pasar el tranvía por sus respectivos municipios, ni ha podido reconducir a su redil al primer ayuntamiento de la Región.
En medio de esta situación la empresa concesionaria, en un momento económico delicado, se encuentra en medio de dos administraciones que, pese a la semejanza de color político, no han sabido ponerse de acuerdo en cuestión tan capital como ésta, y su necesaria confinanciación, desde luego.
Ejemplo de esta tercermundista situación lo encontramos el pasado martes, dia de la Romeria, donde sólo nueve autobuses salieron de las cocheras para atender a unas 5.000 personas. Una situación que lejos de aminorar se agrava con las sanciones disciplinarias de la empresa a los trabajadores y los anuncios de mejora del transporte público por parte del versado consejero competente y su tropa que suenan a chufla, o mofa, para muchos usuarios.
Addenda: Tras escribir este artículo, salí a la ciudad a hacer unos recados. A la vuelta y en la Plaza Circular, he presenciado como un autobús, de la línea dos y con el cartel de servicios mínimos, no ha se ha detenido en su parada preceptiva. Ha sido vergonzoso ver como cuatro muchachos, una joven cargada de libros y una señora con dos bolsas de la compra, han salido corriendo detrás del autobús, que no se ha detenido. Comportamientos como éste desacreditan, en mi humilde opinión, a cualquier colectivo que justifique esas acciones o ampare a su responsable. No negaré que me he acordado de la madre del conductor.