Abril es un mes climatológicamente inestable en Murcia, una época del año donde el sol puede calentar como en los meses más estivales o sacudirnos con el frio más duro del invierno, la lluvia tan deseada en estas latitudes es a veces una inesperada e inoportuna visitante, y es que por encima de todo, en el mes de abril, la Murcia centenaria, es Murcia nazarena.
La Región ofrece al visitante, sin duda, grandes atractivos en esta materia en la Semana de Pasión, desde la marcialidad y el lujo de las procesiones cartageneras hasta el barroquismo más consetudinario propio de la capital. Dicen los historiadores y cronistas murcianos que Murcia en primavera es aroma de azahar y romero, es sabor de caramelo y mona de pascua, es puntilla y zapatilla barroca, es sandalia y cingulo, es cera de los cirios en los aledaños del templo catedralicio, son ojos ocultos tras el antifaz del capuchón, es el sonido de las campanas de los auroros, pero es por encima de todo escultura del siglo XVIII, es la Murcia de Salzillo.
Francisco Salzillo, de padre italiano y madre murciana, recibió ya en el hogar familiar la tradición de la gubía barroca de su padre, y muy joven, hubo de abandonar su carrerar sacerdotal para hacerse cargo del taller de escultura familiar. Tocado indubitadamente por la mano de la Providencia, supo extraer de la madera las más bellas composiciones religiosas de estas latitudes, y si bien podemos encontrar muestras de sus obras, y de su escuela, en todos los puntos cardinales del antiguo Reino de Murcia, la capital cuenta con las joyas de la corona de la obra salzillesca enmarcadas en la centenaria Real y Muy Ilustre Cofradia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que procesiona los célebres pasos del escultor en la mañana del Viernes Santo murciano.
Son maravillosas las imágenes de la Santa Cena, la Oración en el Huerto, el Prendimiento, los Azotes, la Caida, la Verónica, San Juan y la Dolorosa; Salzillo no es un escultor al uso, son famosos y caracteristicos sus anacronismos, plasmando en sus pasos vestimentas y ademanes de la Murcia barroca y consiguiendo un sublime manejo de los gestos, rostros y una policromía magistraly mundialmente reconocida. Este año, la magna exposición Salzillo, testigo de un siglo, permitirá sin duda al visitante poder admirar en persona tales obras maestras e imbuirse, como hizó el maestro, de murcianía en estado puro.
Ayer,acompañados por esa lluvia que los necios nos niegan, fuimos muchos los murcianos que ataviados con la túnica morada acompañamos a las centenarias esculturas, evangelio en estado puro, por las calles más caracteristicas de esta murcia barroca y vanguardista que muestra al visitante con orgullo el patrimonio que a través de los siglos han atesorado tantos hijos de Murcia.
La Región ofrece al visitante, sin duda, grandes atractivos en esta materia en la Semana de Pasión, desde la marcialidad y el lujo de las procesiones cartageneras hasta el barroquismo más consetudinario propio de la capital. Dicen los historiadores y cronistas murcianos que Murcia en primavera es aroma de azahar y romero, es sabor de caramelo y mona de pascua, es puntilla y zapatilla barroca, es sandalia y cingulo, es cera de los cirios en los aledaños del templo catedralicio, son ojos ocultos tras el antifaz del capuchón, es el sonido de las campanas de los auroros, pero es por encima de todo escultura del siglo XVIII, es la Murcia de Salzillo.
Francisco Salzillo, de padre italiano y madre murciana, recibió ya en el hogar familiar la tradición de la gubía barroca de su padre, y muy joven, hubo de abandonar su carrerar sacerdotal para hacerse cargo del taller de escultura familiar. Tocado indubitadamente por la mano de la Providencia, supo extraer de la madera las más bellas composiciones religiosas de estas latitudes, y si bien podemos encontrar muestras de sus obras, y de su escuela, en todos los puntos cardinales del antiguo Reino de Murcia, la capital cuenta con las joyas de la corona de la obra salzillesca enmarcadas en la centenaria Real y Muy Ilustre Cofradia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que procesiona los célebres pasos del escultor en la mañana del Viernes Santo murciano.
Son maravillosas las imágenes de la Santa Cena, la Oración en el Huerto, el Prendimiento, los Azotes, la Caida, la Verónica, San Juan y la Dolorosa; Salzillo no es un escultor al uso, son famosos y caracteristicos sus anacronismos, plasmando en sus pasos vestimentas y ademanes de la Murcia barroca y consiguiendo un sublime manejo de los gestos, rostros y una policromía magistraly mundialmente reconocida. Este año, la magna exposición Salzillo, testigo de un siglo, permitirá sin duda al visitante poder admirar en persona tales obras maestras e imbuirse, como hizó el maestro, de murcianía en estado puro.
Ayer,acompañados por esa lluvia que los necios nos niegan, fuimos muchos los murcianos que ataviados con la túnica morada acompañamos a las centenarias esculturas, evangelio en estado puro, por las calles más caracteristicas de esta murcia barroca y vanguardista que muestra al visitante con orgullo el patrimonio que a través de los siglos han atesorado tantos hijos de Murcia.
2 comentarios:
Y que se lo digan a la Nazarena pasada por agua que escribe...
madre mia, cómo nos llovió, que penica, q lastima de procesión, como se deslució...pero bueno, tuvimos unos ratitos de sol...y la gente la pudo disfrutar, que es lo importante, no??? y el constipado, pues ya se curará...
Fdo.La anonimísima.
Pobrecica, y el constipado que me arrastra desde entonces...
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