02 abril 2009

Nuevos aires en el Parlamento Vasco


No voy a negar que el perfil de la futura presidenta del Parlamento Vasco me encanta, y lo digo desde ya. Poco ha durado la tregua que, a regañadientes, ciertoscontertuios de la izquierda mediática habían asumido tras las últimas elecciones en Vasconia.

Si era presumible, y rotundamente positivo por salubridad democrática elemental, que los dos grandes partidos nacionales escenificasen un pacto de gobierno que apartase del mismo a los nacionalistas del PNV y sus acólitos de ideología enquistados 30 años en el poder, también era predecible que el puesto de presidente de la cámara territorial, importante pero más simbólico que otra cosa, recayese en alguien del Partido Popular.

La elegida resulta ser Arantza Quiroga, una desconocida en la vida política nacional, pero muy querida y valorada por los miembros del PP en el Pais Vasco. Vicesecretaria de la organización territorial y forjada en esa hornada de militantes de Nuevas Generaciones que vieron como a compañeros como Gregorio Ordoñez la banda asesina eliminaba.

Se dice de ella que ha sido decisión personal de Antonio Basagoiti, y así se lo ha comunicado a la Dirección Nacional hace pocas horas. Sobre las convicciones religiosas de Quiroga las avezadas plumas de la progresía ya han cargado las tintas, pese al elemental respeto que se debería de tener, tan sólo por pura estrategía y prudencia política, en los prolegómenos de la investidura de Patxi López. Quiroga personifica un perfil irresistible para algunos como se ya está viendo.

Precisamente por eso me inspira simpatias, no sólo por ser el primer rostro de una nueva época en el Pais Vasco, sino porque los rasgos definitorios de su carácter chocan tanto con las modas imperantes y nadar contracorriente supone para mi un estimulo irresistible.

Para empezar, la joven vicesecretaria popular y cabeza de lista por Guipúzcua, está cercana a la órbita del Presidente de Honor del Partido Popular, José María Aznar, con lo cual huelga cualquier comentario añadido. No contenta con ello, la señora Quiroga está felizmente casada con su marido, al que conoció en los años mozos de la militancia en NN.GG. es madre de cuatro hijos y miembro activo y confeso del Opus Dei, algunos incluso han comentado que no parla euskera, extremo que fuentes populares han desmentido aunque reconociendo que no es bilingüe, quizás ahora se comprenda porqué algunos diarios digitales han empezado a salibar al conocer tales notas del perfil de la dirigente popular.

Obviamente no conozco a la señora Quiroga, pero como he dicho, para mí escenifica tanto como otros un cambio histórico y rotundo, un giro político que no se circunscribe a una comunidad autónoma sino que afecta a toda la Nación. De las férreas convicciones políticas de esta mujer, en una época de relativismo tan pasmoso, nada tengo que objetar más que aplaudirlas, y de su ideario religioso, como queda en una esfera personal y privada que no nos corresponde a ninguno juzgar, entre otras cosas porque en nada afecta al desempeño de su futura responsabilidad, que estoy seguro realizará con mucho éxito, huelga todo comentario al respecto.

01 abril 2009

La crisis toca a las conejitas


En mayor o menor medida, la crisis afecta a todos los bolsillos, y si no que se lo pregunten a Hugh Hefner. Quizás ese nombre no les diga nada por si sólo, aunque no descarto que algún avezado lector ya se adelante al siguiente párrafo. Tal vez si les hablo de esas rubias voluptuosas conocidas por el común de los mortales como las conejitas playboy y ese ancianito con cara de bonachón y batín de raso de galán de los años 30 que las acompaña todo el mundo sepa a quién me refiero.

Efectivamente, Hefner, presidente de la archiconocida revista paisajistica, y mentor de innumerables generaciones de mancebas, pone en venta la casa sueño de todo adolescente norteamericano, la Mansión Playboy.

Realmente no es la magna casa donde se realizan las luctuosas meriendas campestres que han salido en innumerables documentales de la tele que todos hemos visto por casualidad, sino el no menos opulento palacete anexo al anterior, en el que Hugh y señora vivian a cuerpo de rey. La excusa es que los hijos de la pareja van a ir a la universidad, y cualquiera se concentraría para estudiar con las vecinas del duplex de al lado, aunque más de uno apuntamos a que un reajuste en la economía de los Hefner puede estar detrás de la venta de la casita.

Si alguien está interesado en comprarle la casa al octogenario Hugh, que prepare la friolera de 29 millones de dólares, lo que pasa es que las hipotécas en esta época se venden caras...