Con menos de 25 años fue profesor de Economía Política en la Universidad de Oviedo, comenzando al mismo tiempo una intensa actividad política que desplegó durante 45 años, hasta su muerte.
Sus primeros pasos en este terreno los dió en el Partido Progresista, siendo elegido en varias ocasiones por esta facción representando a su provincia natal. Sin embargo pronto se pasó a las filas moderadas y se convirtió en visceral enemigo de sus antiguos compañeros progresistas, hasta el punto de que la primera causa por la que fue conocido es por un encarnizado ataque que sostuvo en las Cortes contra Olózaga por haber mediado en la disolución de las cámaras.
Después de contribuir a la ascensión al poder de O’Donnell, su fama de orador brillante e irónico, que no renunciaba ni siquiera a la mentira para conseguir sus objetivos, lo convirtió en el encargado de responder a los ataques de la oposición liberal.
Su demostrada habilidad para falsear los resultados electorales y su falta de escrúpulos -suspensiones de ayuntamientos, procesamiento de concejales, falsificación de actas...- le han hecho pasar a la posteridad con el sobrenombre de Gran Elector. Uno de sus biógrafos, Alfredo Opisso, se refería de esta manera a sus procedimientos electoreros: pocos días antes del señalado para las elecciones se encerraba en su despacho del Ministerio, se apoderaba del telégrafo y hacía el milagro de convertir a la mayoría de los electores de España en partidarios del Gobierno
Sus legislaturas por la circunscripción de Murcia coincidieron con su etapa como ministro de Gobernación. Con el apoyo del Partido Moderado, fue nombrado presidente del Congreso en 1876, permaneciendo en ese cargo hasta 1883.
Su vieja aspiración de ser presidente del Consejo de Ministros la consiguió en la última parte de su vida, en octubre de 1883, en un gabinete liberal que logró presidir tras pasarse al partido de Sagasta.
Sus primeros pasos en este terreno los dió en el Partido Progresista, siendo elegido en varias ocasiones por esta facción representando a su provincia natal. Sin embargo pronto se pasó a las filas moderadas y se convirtió en visceral enemigo de sus antiguos compañeros progresistas, hasta el punto de que la primera causa por la que fue conocido es por un encarnizado ataque que sostuvo en las Cortes contra Olózaga por haber mediado en la disolución de las cámaras.
Después de contribuir a la ascensión al poder de O’Donnell, su fama de orador brillante e irónico, que no renunciaba ni siquiera a la mentira para conseguir sus objetivos, lo convirtió en el encargado de responder a los ataques de la oposición liberal.
Su demostrada habilidad para falsear los resultados electorales y su falta de escrúpulos -suspensiones de ayuntamientos, procesamiento de concejales, falsificación de actas...- le han hecho pasar a la posteridad con el sobrenombre de Gran Elector. Uno de sus biógrafos, Alfredo Opisso, se refería de esta manera a sus procedimientos electoreros: pocos días antes del señalado para las elecciones se encerraba en su despacho del Ministerio, se apoderaba del telégrafo y hacía el milagro de convertir a la mayoría de los electores de España en partidarios del Gobierno
Sus legislaturas por la circunscripción de Murcia coincidieron con su etapa como ministro de Gobernación. Con el apoyo del Partido Moderado, fue nombrado presidente del Congreso en 1876, permaneciendo en ese cargo hasta 1883.
Su vieja aspiración de ser presidente del Consejo de Ministros la consiguió en la última parte de su vida, en octubre de 1883, en un gabinete liberal que logró presidir tras pasarse al partido de Sagasta.
4 comentarios:
Que gran hombre! jaja
Interesante personaje. Me recuerda a algún personaje conocido...
Si este tipo viviera hoy, sin duda sería consejero de PRISA.
http://antorchanegra.blogspot.com/
No deja de tener su gracia esa anécdota de meterse en el despacho y cambiar el sentidode los votos, literariamente hablando, quiero decir...
Publicar un comentario