Jaime Campmany y Díez de Revenga (1925-2005), periodista, novelista y poeta satírico y mordaz consiguió ser un clásico ya en vida y hoy, tras dos años desde su fallecimiento, es para mi un indispensable dentro de la crítica mordaz e intelectual, posibelmente junto a Vizcaíno Casas otra pluma que sonrojaba al rojerío, valga la redundancia, con genial e inusitada asidiudad y que creaba una dependencia fantástica hacia su obra.
Hoy, toca Campmany. Don Jaime cursa estudios de Derecho y Filosofía en su Murcia natal, Letras en la Univeridad de Salamanca y Periodismo en Madrid. En 1953 ingresa en Arriba, siendo redactor del rotativo falangista en el periodo 1957 a 1961, con sección propia, la pajarita de papel, más tarde llega a la presidencia del mencionado periódico. Corresponsal en Roma, Director de PYRESA y Presidente del Sindicato Nacional del Espectáculo en las postrimerías del Franquismo, acometío duras medidas contra los artistas más discolos de este dificil momento.
Columnista de ABC desde 1977 hasta su fallecimiento, compatibilizó este menester con escritos en La Vanguardia, Hoja del Lunes o Blanco y Negro, siendo fundador de Época allá por el año 1985 y la dirigió hasta el 2000 donde brillaron sus episodios nacionales, tertuliano habitual de Radio Nacional de España, Onda Cero y COPE fue un genial descriptor de la realidad política con una finura e ironía elegante y aguda, conviertiéndose en unos de los martillos del izquierdismo español, al que martirizaba sistemáticamente con un léxico genial y ocurrente que no dejaba indiferente a nadie.
Las denuncias por injurias que recibió, huelga decir de quién, no le amedrentó en ningún momento, todo lo contrario, su genialidad brillaba paralelamente al archivo de los litigios; se pueden citar entre sus objetivos favoritos a Javier Tusell, Juan Luis Cebrián o Haro Tecglen, tan imparciales como el propio protagonista de este opúsculo.
Hombre cultísimo y apasionado de su tierra natal, de la que nunca se desvinculó, fue ampliamente galardonado, entre los premios obtenidos se pueden citar el Jacinto Polo de Medina de poesía, el Nacional de Crítica de teatro, el Nacional de periodismo, el Luca de Tena o el González Ruano.
Hoy, toca Campmany. Don Jaime cursa estudios de Derecho y Filosofía en su Murcia natal, Letras en la Univeridad de Salamanca y Periodismo en Madrid. En 1953 ingresa en Arriba, siendo redactor del rotativo falangista en el periodo 1957 a 1961, con sección propia, la pajarita de papel, más tarde llega a la presidencia del mencionado periódico. Corresponsal en Roma, Director de PYRESA y Presidente del Sindicato Nacional del Espectáculo en las postrimerías del Franquismo, acometío duras medidas contra los artistas más discolos de este dificil momento.
Columnista de ABC desde 1977 hasta su fallecimiento, compatibilizó este menester con escritos en La Vanguardia, Hoja del Lunes o Blanco y Negro, siendo fundador de Época allá por el año 1985 y la dirigió hasta el 2000 donde brillaron sus episodios nacionales, tertuliano habitual de Radio Nacional de España, Onda Cero y COPE fue un genial descriptor de la realidad política con una finura e ironía elegante y aguda, conviertiéndose en unos de los martillos del izquierdismo español, al que martirizaba sistemáticamente con un léxico genial y ocurrente que no dejaba indiferente a nadie.
Las denuncias por injurias que recibió, huelga decir de quién, no le amedrentó en ningún momento, todo lo contrario, su genialidad brillaba paralelamente al archivo de los litigios; se pueden citar entre sus objetivos favoritos a Javier Tusell, Juan Luis Cebrián o Haro Tecglen, tan imparciales como el propio protagonista de este opúsculo.
Hombre cultísimo y apasionado de su tierra natal, de la que nunca se desvinculó, fue ampliamente galardonado, entre los premios obtenidos se pueden citar el Jacinto Polo de Medina de poesía, el Nacional de Crítica de teatro, el Nacional de periodismo, el Luca de Tena o el González Ruano.
6 comentarios:
Yo leí bastantes de sus columnas, llenas de ingenio mordaz y siendo probablemente el columnista -en español- con mejor estilo hasta su muerte. Sin embargo, el mejor recuerdo me lo dejó su romancero, realmente magnífico.
Desde que falta Campmany, el ABC es la segunda marca del "PIS".
http.//antorchanegra.blogspot.com/
Y a pesar de todo, muy pocos lo tienen presente. Es el problema de ser de derechas en este país. En cambio, a Maruja Torres o a Carlos Charcutero sí hay que rendirles pleitesía, pues ya la rinden ellos a otros intereses.
Este señor, a diferencia de personajes como los anteriores, tenía una gran cultura y formación, supo hacer del columnismo una disciplina literaria y cultivó otras parcelas más allá del pesebre donde pastan los intelectuales al peso de la España de hoy.
Todo un acierto acordarte de este gran murciano.
Un saludo.
Era realmente genial, y no lo que hay ahora (salvo honrosísimas excepciones).
Pero en su estilo ninguno como él.
Independientemente de sus ideas,que pueden ser compartidas o no, lo que está claro es que se agradece, y mucho, un columnista mordaz e ingenioso que sepa imprimir al análisis de la realidad diaria su toque personal, y en eso don Jaime era un maestro.
Un saludo a todos.
Pues sí, Campmany era un GENIO, un auténtico maestro del lenguaje, en otro estilo por supuesto, pero comparable a otro funambulista de la palabra como Umbral. La capacidad para jugar con el vocabulario y hallar siempre la imágen adecuada para desnudar las mentiras y las miserias, pero SIEMPRE con una sonrisa tan socarrona como la que le caracterizaba... haber disfrutado de sus columnas es una delicia impagable.
Excepto en los últimos años, seguí con asiduidad su "Época", donde además concitó ilustres plumas como Jesús Cacho, Juan Velarde o Ussía.
Daba gloria ver como desgranaba murcianismos en sus textos y en sus colaboraciones radiofónicas, y por supuesto, apartando sus ideas políticas, que es algo que la gente no sabe hacer pq así es más fácil despachar al adversario con talento, Campmany era un soplo de brisa murciana de primavera, y me alegra que le pusieran su nombre a esa recoleta plaza murciana próxima a la Catedral, desde donde se vislumbra la Torre desde una perspectiva asombrosa y donde se puede uno deleitar con una magnífica cena a la italiana y posteriormente unos soberbios cóctels, céntrica plaza, pero no por ello menos tranquila.
Es un resúmen quizá de lo que significa Campmany, murcianía, disfrute, sosiego, y sombra de genialidad.
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