Pues si, algo ha debido cambiar en los Estados Unidos de América o por lo menos en la percepción que medio mundo tenía de ellos. Hasta hace pocos dias, los yankees eran ese pueblo belicista y cateto, de doble moral y rancias tradiciones, productores en serie de peliculas de guerra o de adolescentes salidos y rubias voluptuosas, dobles de elvis en cada esquina y que miraban al resto de los mortales con ese aire de superioridad del niño repelente de la clase, o del que tiene a la novia más guapa.
En tan sólo veinticuatro horas, el presidente electo de Estados Unidos, el demócrata Barack Obama, ha hecho que todos aquellos que miraban recelosos al tio sam, cambien sus editoriales y argumentos seculares. La izquierda de todo el mundo, y la derecha de medio, aplauden entusiastas la elección del primer presidente negro de la macro potencia, ante el silencio llamativo de buena parte de los regimenes populistas y de las repúblicas comunistoides de los cuatro puntos cardinales.
Obviamente, la victoria incontestable de Obama abre un nuevo periodo en la política interna y externa de Estados Unidos; no se le presenta nada fácil al nuevo inquilino de la Casa Blanca poner en marcha todas las reformas prometidas, más aún si cabe en tiempos de crisis económica y del consiguiente recorte del gasto.
Algunos se frotan las manos ante el batacazo republicano y pregonan a los cuatro vientos el fin del neoconservadurismo iniciado en la Era Reagan, no sé si la cosa irá para tanto, al menos lo que parece seguro, hablando en clave doméstica, es que ZP podrá visitar por primera vez la Casa Blanca tras cinco años de intentos infructíferos.
Un necesario periodo de reflexión debe abrirse también en el Partido Republicano. Lejos queda ya el eco de A. Lincoln, el presidente republicano que inició una guerra civil contra la esclavitud, de T. Roosvelt que fulminó los monopolios estatales o del propio Reagan que, junto a Teacther y Juan Pablo II, doblegó al comunismo soviético.
El anciano Mc Cain, el candidato que nunca tuvo que serlo, ha aprendido que la derrota siempre es más triste que una retirada a tiempo, mientras que las lágrimas de Palin en la noche vergonzante, y ataviada de su look caracteristico de niña buena en misa dominical, personalizan a la perfección la impotencia de un partido que, castigado sin piedad por los medios de comunicación, no ha sabido mantener el voto fiel ni captar a los indecisos.
Al nuevo presidente le toca ahora trabajar y responder a la confianza depositada, el halo de primer presidente afroamericano está muy bien como estrategia electoral, y aún siendo un hito histórico, no va a suponer ningún atenuante en la opinión que sus votantes y la totalidad del pueblo americano puedan darle a su gestión.
4 comentarios:
Tenemos a un tribuno de la plebe sentado en el Capitolio, a un Zapatero en el despacho oval. Hay precedentes. En Roma también pasó. Lo primero, digo. A lo segundo no llegaron por supuesto.
Ni antes eran tan malos, ni ahora son la panacea. Son un país con más responsabilidades que otros países de "chichinabo", sin citar a ninguno en concreto. Esto les lleva a tener grandes aciertos y grandes errores, y no creo que con Obama vaya a ser muy distinto.
Insisto siempre en lo mismo. Allí, antes que cualquier adscripción política o ideológica, se es americano. Igualico, igualico que aquí, ¿eh?
Saludos.
PD: Quiero una copia del documento ese del nivel 11.
Bueno, ya se acabaron las elecciones de EEUU y pronto podremos ver empezar a trabajar a Obama, y será el momento de juzgar sus actos, que al fin y al cabo influirán al resto del mundo, se acabó la publicidad, y empieza el mundo real
Efectivamente, ni ángeles ni demonios, lo que pasa es que más de uno ha estado alimentando el fuego del antiamericanismo y ahora recoge el fruto.
Ya sabemos que la visceralidad sólo se les permite a unos cuantos, lo de siempre.
Saludos a todos, en especial al Ulpiano capitalino ;)
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