23 junio 2007

Salzillo, testigo de un siglo

La tarde de ayer en Murcia sobre las siete, una hora donde aún el calor de la jornada da sus últimos coletazos, una buena tarde, sin duda, para sumergirse de lleno en la exposición conmemorativa del III Centenario de Francisco Salzillo, santo y seña del siglo de oro de la ciudad de Murcia.

Los marcos incomparables del Museo Salzillo, la Iglesia Privativa de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Iglesia Parroquial de San Andrés ayudaban a entrar de lleno en la vida y obra de este murciano universal. La exposición, cuidada al minimo detalle por sus organizadores, constaba de una parte previa donde se enmarca la Murcia dieciochesca y la España del primer Borbón, Felipe V, donde Salzillo nació, creció y vivió con verdadera dedicación el oficio aprendido de su padre; tocado indudablemente por la Providencia, supo sacar de su gubia las más hermosas imágenes sacras que he visto, rezumantes de ese sabor barroco, sin duda tan murciano.

Estofados, policromías y anacronismos, son sinónimos en la obra de Salzillo, cuya exposición alcanza su punto culminte con los pasos procesionales de mi querida Cofradia de Nuestro Padre Jesús, en su privativa iglesia, imponentemente sobria y elegante, como siempre y como nunca.
La Santa Cena, ocupa la parte central de la iglesia de planta circular, ricamente adornada, como presta para salir en procesión un viernes santo cualquiera y único al mismo tiempo, en sus capillas laterales El Prendimiento con ese beso traicionero y judaíco, La Caída con esa madera que se clava en el párpado del hijo de Dios, la Dolorosa con su pena infinita, los Azotes, la obra de la madurez del artista, la Oración en el Huerto con ese angel de mirada infinita, la Verónica, tan querida y cercana como siempre y Nuestro Padre Jesús ante el que es imposible permanecer impasible, y frente al cual la oración es tan sencilla e intima.

Los pasos del visitante se encaminan a la Iglesia de San Andrés por ese pasadizo, ora cerrado, ora abierto, y entre casullas y bocetos del artista aparece sencillamente genial el medallón de la Virgen de la Leche, Santa Cecilia, la Virgen de las Angustias o El Cristo del Perdón. La Sagrada Familia o San José con el niño, nos ofrecen la ternura de un escultor en pleno auge de su taller; mención aparte merecen el Cristo amarrao de Jumilla, tan imponente como en su santuario original.

Magnífico viaje a nuestro siglo de luces, con un broche final exquisito, el Belén de Salzillo, con ese regusto de los presepes napolitanos y tan murciano en sus múltiples detalles.

Una tarde mágica en Murcia, una tarde con Francisco Salzillo.

2 comentarios:

Así está Murcia dijo...

¡Bravo! la verdad es que la exposición es espectacular, Salzillo es como la esencia de Murcia, y es una maravilla conocer Murcia a través de uno de los mejores escultores de todos los tiempos, la verdad es que es una exposición genial, creo que incluso mejor que Huellas.

Imperator dijo...

Una gran exposición, un motivo más para acercarse y disfrutar de Murcia.

Saludos