26 julio 2007

Reseñas biográficas: El Conde de Floridablanca

José Moñino Redondo, jurista, economista y político murciano, más conocido como el Conde de Floridablanca, se considera uno de los hombres claves de la Ilustración Española, su estilo de reforma desde el poder lo incluye dentro de la corriente denominada despotismo ilustrado.

Nace en Murcia en 1728, inicia su carrera política como fiscal del Consejo de Castilla, cargo desde el que alcanza notoriedad nacional al participar en los juicios contra el llamado Motín de Esquilache, defendiendo las prerrogativas de la monarquia. Logra también cierta notoriedad por su apoyo decidido a la expulsión de los jesuitas, hacía 1767, años más tarde, y siendo embajador de España en la Santa Sede presionó para conseguir la eliminación de la Compañia de Jesús del territorio nacional.

Autor de grandes propuestas reformistas en materia agraria e industrial, protagonizó igualmente una tímida modificación del sistema educativo, tendente a conseguir el establecimiento de escuelas gratuitas. La Junta Suprema de Estado, como órgano encargado de coordinar los ministerios y secretarias de despacho de la época es obra suya, considerandose un precedente claro del actual Consejo de Ministros.

En política exterior, Floridablanca era partidario de un mayor acercamiento a Gran Bretaña y un distanciamiento francés, buscando dar mayor seguridad a las posesiones españolas de ultramar. En los años de la Guerra de Indepencia de las Colonias Americanas respecto a la metrópoli inglesa, Moñino aparcó su anglofília intentando estrechar lazos con Portugal y las naciones centroeuropeas, en un claro afán de aislar al secular enemigo de la Monarquía Española.

Muerto Carlos III, su gran valedor, el sucesor del rey español, Carlos IV, confirmó en sus cargos a este ilustre murciano, pero a raiz de los acontecimientos revolucionarios que sucedian en Francia, y debido a cuestiones no muy aclaradas, perdió el favor del rey y fue desterrado.

Tras la ocupación de las tropas francesas de España, Floridablanca regresa a la politica activa, pero es una estrella en declive, aún así preside la Junta Suprema Central hasta su muerte, acaecida en Sevilla en 1808.

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