11 diciembre 2006

Muere Pinochet

Ayer domingo, a la edad de 91 años fallecía en Chile el general golpista Augusto Pinochet, el mismo que desde 1973 hasta 1990 gobernó con mano de hierro el pais andino. Anciano, enfermo y reafirmándose en cada uno de sus hechos, los últimos años de su vida los pasó escabullendose de la Justicia que trató de condenarlo por diversos delitos de genocidio y asesinato, torturas y desaparaciones. Él seguía defendiendo ante sus seguidores la necesidad de su pronunciamiento militar para liberar a Chile del yugo marxista en un mundo cada vez más sensible a los atropellos de los derechos y libertades de la persona. Anoche, en el chat de El Mundo se reflejaba la disparidad de opiniones que su muerte producía en los chilenos, unos lo consideran el salvador de la patria que impidió que Chile se conviertiese en un satelite soviético, otros lo consideraban un carnicero insensible que eliminó todo atisbo de libertad y democracia. Esperemos que el gobierno y la sociedad en Chile sepan cerrar esta herida de su pasado reciente y juntos construir un futuro común en paz y concordia sin que ningún politicastro de turno se dedique a alentar viejos rencores guerracivilistas como sucede actualmente en España, y mientras Fidel no se decide a seguir el camino de Augusto, seguiremos esperando.

3 comentarios:

Cayo dijo...

A ver si el Coma-andante se decide, y se va... Al final, el poder igualatorio de la muerte hace que coincidan ambos dictadores tan distintos a priori, en el mismo sitio. Bajo tierra.

Ramón Villaplana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Imperator dijo...

Quede claro que el comentario que aparece como "eliminado" lo ha sido por su autor, un mozo que no predica precisamente con el ejemplo. Él, y yo sabemos quién es pero no diré su nombre para no hacerle una promoción que no merece, ya que le gusta bastante chupar cámara. Claro que si Cayo, que ha sufrido su censura, lo quiere citar o de hecho ya lo ha citado en otro comentario de esta bitácora no estará mas que haciendo un bonito ejercicio de libertad de expresión, que aquí si es posible aunque no me adornen tantas virtudes como al centrípeto intefecto en cuestión.

Un abrazo Cayo, y como dice Churchill y tú citas, quién a mis espaldas me critica mi culo contempla.