¿Donde vas Rajoy, donde vas triste de tí?

Parafraseando la famosa coplilla relativa a la muerte de la esposa de Alfonso XII me pregunto indolente: ¿Donde vas Rajoy, donde vas triste de tí? y es que el discurso chulesco del presidente popular este fin de semana, no sé si entre palmerales o entre palmeros en Elche, me ha dejado, cuanto menos, estupefacto.

¿Donde estaba esa vehemencia durante la campaña electoral? ¿Donde queda el partido en el que todos tienen cabida? aún retumban esas palabras en mi mente: lo mejor para Eshhpaña y lo mejor para el partido...

Llevo tiempo escribiendo más del partido de Soraya y Celso que de Zapatero, triste pero cierto, y es que mientras los socialistas abofetean a los regantes de la España seca con ese trasvasito a los catalanes, necesario tanto como el resto de previsiones del PHN de cuando José María Aznar y las mayorias absolutas del PP, el señor Mariano Rajoy se dedica a marcar territorio cual perro guardián a costa de los principales miembros de su partido, es decir, liberales y conservadores.

No sé si el gallego fue alguna vez el lider de todos los votantes del centro y la derecha en España, o prefiere serlo de socialcristianos o de selenitas de centro progre-reformista, lo que tengo claro es que con la soflama de Elche ha dejado al partido muy perjudicado, por mucho que mentes tan preclaras como Arenas o Arriola opinen lo contrario.

¿Que es eso de enseñar la puerta? si alguien debe de cruzarla para no volver es el causante de dos derrotas electorales, seamos serios, los datos están ahí. Los feudos populares de Valencia, Murcia y Madrid, sí Madrid, son los que han evitado la debacle del candidato Rajoy y mientras ofrece migajas a unos (Camps y Valcárcel) estigmatiza a otros (Aguirre).

No sé si este hombre sufre de doble personalidad, es un efecto del centrismo, o elude el debate ideológico por ausencia de materia, pero se defiende como gato panza arriba ante lo que se le viene encima. Las saliditas de tono del registrador de Santa Pola, sólo dejan claro la debilidad de un hombre que, si bien pudo ser un gran presidente del gobierno, no supo conectar con el votante y se resigna a asumir lo evidente. No hay que ser titulado superior para darse cuenta de que el mejor servicio para España y para el PP es que los Hernández Mancha con barba se retiren para nunca volver.

No sé si la ambigüedad de Esperanza Aguirre es buena, posiblemente debería de decidirse, pero lo que no es de recibo es que el señalado por el otrora dedo todopoderoso de Aznar se dedique a abofetear a una personalidad tan carismática, tan querida por la militancia y tan buena gestora como la presidenta de la Comunidad de Madrid, y que ha conseguido algo que a él se le niega obstinadamente que es el favor de los electores, triste pero cierto.