La estatua de Franco (III): Donde dije digo...

Continúa el baile de estatuas y de espantajos, ahora le toca el turno a la capital cántabra. Santander es una urbe preciosa, que conocí hace ya unos años, me encantó la ciudad: la playa del sardinero, los jardines de piquío, había un faro imponente cuyo nombre no recuerdo, y la espléndida Plaza del Generalísimo sede del Ayuntamiento.

El primer edil de la localidad, el popular González Piñero ha sido estos dias protagonista de las tertulias santanderinas y de las primeras páginas de los periodicos locales, y es que el hombre, intentando quedar bien con todos; los votantes de toda la vida, la oposición socialista, los jóvenes "rebeldes por naturaleza" y demás mansedumbre democrática se ha comprometido a retirar la estatua ecuestre del anterior Jefe del Estado, pero llevarla a un museo de historia, que está aún sin construir, pero mantenerla si el futuro diseño de la plaza así lo mantiene, pero llegar a una "decisión consensuada con la oposición", cosas de la vida.

No hay que extrañarse, y es que el año que viene hay elecciones municipales, y claro el Sr. Alcalde, ya se sabe, como lo es de todos, pues a todos quiere contentar, y al final no contentará a nadie, y no me parece atenuante que vaya a retirar tambien un escudo republicano, al contrario.

Pero vamos a ver, Alcalde Piñero, ¿quién gobierna el Ayuntamiento de Santander? ¿No dice usted que hay que aprender del pasado, porqué elimina su iconografía? ¿Cual va a ser la próxima estatua o calle por desmantelar?

Si este artículo lo lee algún santanderino sabrá cual es el monumento a Matias Montero, falangista y estudiante asesinado por la izquierda de la época, consistente en una columna truncada, y que simboliza la vida rasgada, alegoría muy bonita, según mi opinión. Pues a lo mejor este mismo se cargarán, y ya me gustará a mi ver como unos y otros me asimilan una columna rota con un elemento franquista, pues lo harán, y el Alcalde quitará la columna y colocará una berenjena, metáfora de no se qué...