El que fuese bastión de la resistencia nacional e icono del bando franquista en la Guerra Civil, ahora totalmente restaurado, Alcázar de Toledo, reabrirá próximamente sus puertas como nueva sede del Museo del Ejército.
El Alcázar toledano es una soberbia fortificación sobre rocas que encuentra sus origenes en un primitivo palacio romano del siglo III. Restaurado durante los reinados de los reyes Alfonso VI y X alcanza el rango de residencia oficial de la monarquía hispánica bajo la égida del Emperador Carlos I.
En el siglo XIX se acometen varias reformas en sus instalaciones, pero es en el siglo XX donde adquiere notoriedad como academia de las armas de infantería, caballería e intendencia y ya en plena Guerra Civil por el asedio al que fue sometido por parte de las tropas republicanas.
Un dato interesante es el que señala que el gobierno de Madrid lanzó, durante los dos meses que duró la batalla del Alcázar, un total de 8.000 milicianos que fueron contenidos por un millar de guardias civiles, cadetes y paisanos hasta la liberación del sitio por el general Varela y la posterior entrada archiconocida de Franco sobre las ruinas del Alcázar.
Reconstruido en la postguerra como uno de los iconos favoritos del Régimen, albergó ya en Democracia la biblioteca de Castilla la Mancha, pero se perseguía la idea de poder devolver el uso eminentemente castrense del complejo. Por ello, gobiernos de distinto color político aventuraron la posibilidad de albergar el nuevo museo del Ejército. Con el anterior ministro Alonso se acometió la fase final de la reforma que databa del primer gabinete de Aznar, pero las elecciones, el cambio de titular en la cartera de Defensa y el posterior embarazo de la actual responsable ha hecho que la fecha inicialmente prevista se fuese dilatando demasiado.
Una vez que tenemos el feliz desenlace del natalicio de la ministra Chacón, oportunamente glosado por los medios afínes, parece que la fecha que se prevé rondaría en torno a la segunda quincena de septiembre, aún sin confirmar oficialmente. Confiemos en que la ministra encuentre un huequito entre diseño y diseño de los nuevos uniformes de corte femenino para cortar la cinta, pues somos bastantes los que estamos demorando nuestra visita a la antigua capital de la España visigoda para ver las puertas del Alcázar nuevamente abiertas, aunque supongo que sin la mítica reproducción del despacho del general Moscardó.
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