¿Es casual que La Zerrichera vuelva a la primera página de la opinión pública precisamente ahora? evidentemente no. ¿Presenciamos el enésino capitulo de la trama de corrupción urbanistica o el circulo se cierra? no lo sé, lo que está claro es que el último cuatrimestre del año va a ser movido en la esfera política regional.
Uno de los clásicos de esta bitácora es el serial, inconcluso, sobre la sucesión de Valcárcel. El presidente, Ramón Luis Valcárcel, con un manifiesto y reiterado deseo de abandonar la primera línea política (el seguidismo con Marianin, los fichajes del último ejecutivo regional) ha proclamado a los cuatro vientos su intención de sustituir a los miembros de su consejo de gobierno, bajo el pretexto de la crisis, nada más lejos de la realidad.
El que conozca al presidente, o simplemente observe su manera de proceder, adivinará que cualquier movimiento que protagoniza proviene de un político de raza que no deja nada al azar. Me explico, la sonda del cambio de gabiente en las postrimerias de un congreso regional con sucesor oficioso proclamado a los cuatro vientos no es más que una estrategia inteligente de llevar la iniciativa política frente a rivales que no están dispuestos a que se les deje de oir o dejar el partido en manos de jóvenes, es decir, despistar del verdadero objetivo, para mantener siempre la sartén por el mango.
El asunto Zerrichera, las presuntas implicaciones de algunos miembros presentes y pasados de su gobierno y una eventual responsabilidad política podría ensombrecer la salida triunfal y en olor de multitudes que el presidente anhela. Por otro lado si, una crisis económica acuciante y un partido que podría no jurar lealtad eterna a un sucesor digital tras la experiencia del dedazo de Aznar con Rajoy parecen elementos más que suficientes para que Valcárcel opte por lo más sensato y menos predecible, su continuidad al frente del Partido y del Gobierno Regional en espera de que el sucesor, en esta misma legislatura para aprovechar la composición no casual del grupo popular en la asamblea, pueda ser ungido en San Esteban con mayor esperanza de éxito.
Pedro Antonio Sánchez, sucesor in alteris, sabe que no es el mejor momento, con la que va a caer, para asumir la presidencia, y así debería manifestárselo a su prócer. Si ahora mismo está diseñando en San Esteban el futuro gabinete lo idóneo sería su entrada en éste junto a otros pesos pesados fieles a Valcácel (Gómez Fayrén, ad exemplum) y que el todavía Presidente de la Comunidad, de nuevo ungido como lider de los populares en el sainete de mediados de octubre, mantenga firme el rumbo hasta que los asuntos judiciales pendientes, y esa crisis galopante, pasen. Es la mejor manera, o única, de que los pecados del padre no los pague el hijo.
Uno de los clásicos de esta bitácora es el serial, inconcluso, sobre la sucesión de Valcárcel. El presidente, Ramón Luis Valcárcel, con un manifiesto y reiterado deseo de abandonar la primera línea política (el seguidismo con Marianin, los fichajes del último ejecutivo regional) ha proclamado a los cuatro vientos su intención de sustituir a los miembros de su consejo de gobierno, bajo el pretexto de la crisis, nada más lejos de la realidad.
El que conozca al presidente, o simplemente observe su manera de proceder, adivinará que cualquier movimiento que protagoniza proviene de un político de raza que no deja nada al azar. Me explico, la sonda del cambio de gabiente en las postrimerias de un congreso regional con sucesor oficioso proclamado a los cuatro vientos no es más que una estrategia inteligente de llevar la iniciativa política frente a rivales que no están dispuestos a que se les deje de oir o dejar el partido en manos de jóvenes, es decir, despistar del verdadero objetivo, para mantener siempre la sartén por el mango.
El asunto Zerrichera, las presuntas implicaciones de algunos miembros presentes y pasados de su gobierno y una eventual responsabilidad política podría ensombrecer la salida triunfal y en olor de multitudes que el presidente anhela. Por otro lado si, una crisis económica acuciante y un partido que podría no jurar lealtad eterna a un sucesor digital tras la experiencia del dedazo de Aznar con Rajoy parecen elementos más que suficientes para que Valcárcel opte por lo más sensato y menos predecible, su continuidad al frente del Partido y del Gobierno Regional en espera de que el sucesor, en esta misma legislatura para aprovechar la composición no casual del grupo popular en la asamblea, pueda ser ungido en San Esteban con mayor esperanza de éxito.
Pedro Antonio Sánchez, sucesor in alteris, sabe que no es el mejor momento, con la que va a caer, para asumir la presidencia, y así debería manifestárselo a su prócer. Si ahora mismo está diseñando en San Esteban el futuro gabinete lo idóneo sería su entrada en éste junto a otros pesos pesados fieles a Valcácel (Gómez Fayrén, ad exemplum) y que el todavía Presidente de la Comunidad, de nuevo ungido como lider de los populares en el sainete de mediados de octubre, mantenga firme el rumbo hasta que los asuntos judiciales pendientes, y esa crisis galopante, pasen. Es la mejor manera, o única, de que los pecados del padre no los pague el hijo.
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