Inmersos en una crisis económica galopante, donde tanto las empresas como las familias tiemblan ante lo imprevisible de nuestro futuro más inmediato, la clase política española, personalizada en los próceres de los grandes partidos, intenta ponerse de acuerdo y salvar los trastos que puedan.
Cuando aún retumban las palabras de Pepiño, ese intelectual metido a escudero de la política profesional, culpando a Bush, y por ende a Aznar y Rajoy, de la crisis económica el presidente del Gobierno anuncia este fin de semana, con tono mitinero, que llamará a Moncloa al lider de la oposición.
Agradecidos y emocionados que decía Lina Morgan en su variettes, la corte de los milagros genovesa, con Rajoy firme el ademán, aplaudirán el gesto y acudirán, cual tropel de alegres colegiales, a la llamada del iluminado. A riesgo de equivocarme, aventuro que el encuentro, en la tercera fase, se saldará con un acuerdo de mínimos que no entrará de lleno en el problema económico, algo como el apaño de los vocales del CGPJ pero en plan cifras macroeconómicas y tal.
El Gobierno por apatía e incompetencia, y la oposición por incompetencia y apatía (sic), orquestarán un encuentro como lavado de imagen de un ejecutivo que proyecta la sombra de la improvisación sobre todo lo que hace y de un partido opositor que, siguiendo las directrices del gurú Arriola, se mantiene instalado en aquel término tan bonito y cómodo de la leal oposición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario